El Llonguet: El Panecillo que Define a Mallorca y a los «Llonguets» de Palma

En la rica gastronomía mallorquina, entre ensaimadas y sobrasadas, destaca un humilde panecillo que ha ido más allá de su función alimenticia para convertirse en un símbolo cultural: el llonguet. Este pequeño pan, típico de Palma, no solo deleita el paladar, sino que también lleva consigo una historia fascinante, un apodo para los palmesanos y numerosas anécdotas que lo hacen único. Acompáñame a descubrir qué hace tan especial al llonguet y por qué los habitantes de Palma son conocidos como «llonguets».

¿Qué es el Llonguet?

El llonguet es un panecillo ovalado, de corteza crujiente y miga esponjosa. Se caracteriza por una hendidura central que resulta del plegado y corte de la masa antes de hornearse. Elaborado con harina de trigo, agua, levadura y sal, su preparación artesanal requiere paciencia y destreza. Su nombre, que en catalán significa «larguito», alude a su forma alargada. En Mallorca, y especialmente en Palma, ha adquirido una identidad propia.

A diferencia del rústico pa de pagès, típico de los pueblos, el llonguet siempre ha sido un producto urbano, asociado a los hornos de la capital. Esta particularidad histórica llevó a que los habitantes de Palma fueran apodados «llonguets» por el resto de los mallorquines. En sus orígenes, el mote tenía un tono burlón, pero con el tiempo los palmesanos lo han adoptado con orgullo.

Los «Llonguets» de Palma: Un Apodo con Historia

El apodo «llonguets» para los palmesanos se remonta a los siglos XIX y XX, cuando este panecillo se popularizó en la ciudad. Mientras en los pueblos se elaboraba el tradicional pa de pagès en casa, en Palma los hornos producían el llonguet a diario. Los habitantes rurales, al ver que los citadinos preferían este pan «elegante», comenzaron a llamarlos «llonguets» con ironía, como si fueran tan «finos» como su pan favorito.

Con el tiempo, el apodo dejó de ser una mofa para convertirse en una insignia de identidad. Hoy, ser «llonguet» es sinónimo de pertenecer a Palma. Iniciativas como Orgull Llonguet, un colectivo que desde 2014 organiza eventos para celebrar el panecillo y las tradiciones de la ciudad, reflejan este orgullo.

Anécdotas del Llonguet: Historias que Sazonan el Pan

El llonguet no solo tiene harina y sal; también está lleno de historias. En el libro Die Balearen (1891), el archiduque Luis Salvador de Austria lo describió como «panes pequeños alargados, bien cocidos, muy blancos y con un corte en medio». Esta mención histórica da fe de su antigüedad y lo eleva a un estatus casi aristocrático.

Otra anécdota curiosa involucra a Antoni Gaudí. Se dice que, durante sus visitas a Mallorca, el arquitecto compraba un llonguet cada mañana en una panadería local. Aunque no hay evidencia definitiva, la idea de que Gaudí disfrutara de este pan añade un toque de glamour a su legado.

En tiempos más recientes, el llonguet estuvo al borde de la extinción. Durante la posguerra y la modernización, las panaderías priorizaron panes más rentables, como la barra. Sin embargo, gracias a la perseverancia de algunos panaderos y eventos como la Fira del Llonguet, este panecillo ha vuelto a la mesa.

El Llonguet en la Mesa: Tradición e Innovación

El llonguet es versátil. Para el desayuno, muchos lo untan con mermelada o lo convierten en un pa amb oli con tomate ramallet, aceite y sal. Como bocadillo, las opciones son infinitas: desde jamón y queso hasta sobrasada con miel o camaiot con huevo frito. En lugares como el Bar Bosch, en Palma, los llaman «llagostas» (langostas), y los veteranos aseguran que su sabor único se debe a la plancha, que lleva décadas en uso.

La creatividad no se detiene. Algunos hornos han experimentado con masas de tinta de calamar o integrales. La Ruta del Llonguet, un evento gastronómico que recorre Palma, ofrece combinaciones gourmet por menos de cinco euros, desde llonguets de porcella hasta opciones veganas.

Un Símbolo Vivo de Mallorca

El llonguet es más que un pan; es un pedazo de la identidad mallorquina. Que los palmesanos sean «llonguets» no es solo un apodo, sino una forma de reconocerse en este panecillo que ha sobrevivido al tiempo y a las modas. Si visitas Mallorca, no te vayas sin probar un llonguet en un bar de Palma o en la Fira del Llonguet. Quizás termines adoptando el apodo tú también.

En palabras de un viejo panadero: «El llonguet es como los palmesanos: pequeño, pero con mucho carácter». Y con cada bocado, Mallorca te cuenta una historia que no olvidarás.

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