Pan de trigo sarraceno sin gluten

Un paso fuera de lo conocido

Llevaba tiempo con la idea rondando.
Probar, salir del terreno conocido, ver qué se siente al hornear un pan sin gluten.
No por necesidad, sino por curiosidad. Por ganas de aprender algo nuevo, de explorar otro tipo de masas y entender cómo se comportan.

Sabía que iba a ser distinto.
Y lo ha sido.

Este pan de trigo sarraceno sin gluten ha sido mi primer intento, y aunque tiene margen de mejora —mucho—, también ha traído aprendizajes valiosos: sobre texturas, fermentaciones, ingredientes y, sobre todo, sobre cómo enfrentarse a un proceso con menos certezas y más escucha.

Porque cuando te falta el gluten, tienes que prestar más atención a todo lo demás.
A la hidratación.
A la estructura que aporta el psyllium.
A la fermentación, que ya no tiene la misma fuerza ni la misma red.
Y al sabor, que en este caso viene marcado por el carácter profundo del sarraceno: terroso, denso, muy particular.


Un pan diferente… pero pan

No es un pan que pretenda imitar a los de trigo.
Y eso me parece importante.
Es un pan que encuentra su sitio si lo dejas ser. Si no le pides elasticidad ni alveolos imposibles, sino honestidad.

Y en eso, no falla.

Tiene una miga húmeda, firme, bien ligada. Una corteza fina, dorada.
Y un aroma inconfundible.

No lleva masa madre —todavía—, pero me apetece mucho probarlo con ella más adelante.
Creo que puede aportar redondez, suavidad en boca, y una fermentación más compleja que lo lleve un paso más allá.


🧾 Ingredientes

Elaboración previa (día anterior):

  • 175 g de agua (a 50 °C)
  • 175 g de harina de trigo sarraceno
    → Mezclar con varilla o batidora. Reposar 12 h en nevera.

Masa del pan:

  • 350 g de agua (a 50 °C)
  • 350 g de elaboración previa
  • 250 g de harina de trigo sarraceno
  • 75 g de almidón de patata
  • 20 g de psyllium en polvo
  • 10 g de sal
  • 40 g de aceite de oliva virgen extra
  • 9 g de levadura fresca

🧠 Algunas reflexiones

Hacer pan sin gluten no es solo cambiar de harina.
Es aprender a mirar la masa de otra manera.
A dejar que el psyllium haga de estructura, a confiar más en la temperatura y en la calma del reposo que en el amasado.
Y a aceptar que los tiempos cambian, los resultados también, y eso no es necesariamente malo.

Para mí, este pan ha sido eso: una primera vez que abre otras posibilidades.
Y lo más importante, me ha recordado que siempre se puede empezar de nuevo.
Incluso cuando ya pensabas que conocías el camino.


💬 ¿Tú también haces pan sin gluten?

¿Has probado el trigo sarraceno en panadería?
¿Utilizas masa madre en tus recetas sin gluten?
¿Te gustaría que compartiera versiones futuras con fermentación larga o combinaciones de harinas?

Me encantará leerte en los comentarios del blog o en redes.
Puedes etiquetarme en Instagram como @maiorisbaker, o escribirme directamente.
Este espacio está para compartir, aprender y seguir creciendo.


🧡 Gracias por estar ahí

Gracias por acompañarme también en este tipo de experimentos, por vuestra generosidad en los comentarios y por todas las ideas que vais dejando.
Seguimos aprendiendo, juntos, paso a paso.
Con gluten o sin él, pero siempre con alma.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Scroll al inicio